viernes, 9 de abril de 2010

EL PROTECCIONISMO CONTRA CHINA NO ES LA RESPUESTA A LOS PROBLEMAS DE AMERICA (Entrevista a Henry Paulson por Francis Fukuyama)

Francis Fukuyama Habla con Henry Paulson: El Proteccionismo Contra China No es la Respuesta a los Problemas de América


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Francis Fukuyama es autor de "The End of History and the Last Man" ("El Fin de la Historia y el Último Hombre") Henry Paulson fue Secretario del tesoro Americano, cuyas memorias, "On the Brink: Inside the Race to Stop the Collapse of the Global Financial System" ("Al Borde del Precipicio: Dentro de la Carrera por Evitar el Colapso del Sistema Financiero Golbal") acaban de ser publicadas. Esta conversación aparecerá en el próximo número de The American Interest y fue puesta a disposición de la Global Viewpoint Network.
Francis Fukuyama: Usted pudo conocer al liderazgo chino cuando estuvo en Goldman Sachs, mucho antes de ser Secretario del Tesoro. Pero incluso durante ese periodo en que hizo muchísimos viajes a China, muchos observadores expresaban preocupación por las implicaciones de los grandes desequilibrios estructurales en la economía global: tantos ahorros acumulados en China, tanta deuda sumándose en Estados Unidos, y tanto dinero exterior fluyendo de vuelta al sistema bancario y financiero de los Estados Unidos en formas que podrían haber alentado la toma de riesgos y contribuido a la burbuja de los bienes raíces. Mirando hacia atrás, ¿qué peso de la responsabilidad asigna usted a esos desequilibrios por la forma en que se desarrolló la crisis en la segunda mitad de 2008?

Henry Paulson: Una gran parte de los desequilibrios, emana de nuestra proclividad aquí en estados Unidos a no ahorrar -- como nación y como individuos, y a pedir demasiado prestado. Hay diversas políticas que contribuyen a esta propensión: nuestro código fiscal, por ejemplo, que cobra impuestos al los ahorros y al capital y alienta el consumo; y el peso de diversas de nuestras políticas de vivienda, que estimularon el mercado de la vivienda mediante los programas de Fannie Mae, Freddie Mac, FHA, el código fiscal y en otras formas que contribuyeron a la inflación de los activos. Por contraste, hay diversas naciones -- incluyendo a China, por supuesto -- en donde las tasas de ahorro son altas, y donde el consumo doméstico juega un pequeño papel en su economía.

Cuando llegué a ser Secretario del Tesoro, establecimos el Diálogo Económico Estratégico para hacer frente a nuestra relación económica con China. Y a través de la SED buscamos maneras prácticas de enfrentar los desequilibrios económicos. Esto incluía la cuestión cambiaria porque avanzar hacia una divisa impulsada por el mercado aceleraría el progreso de la reforma y ayudaría a la transición de China hacia niveles más altos de consumo doméstico y a la producción de bienes y servicios de mayor valor agregado, alejándola de la sobredependencia de exportaciones de bajo costo y menor valor agregado.

Pero también peleaba por la reforma de los mercados de capital y la apertura de sus mercados de capital a una mayor competencia, no porque tratara de hacer ningún favor a los banqueros, sino porque creía que un vibrante mercado doméstico de capital ayudaría a China a hacer frente a las transformaciones estructurales que querían alcanzar. Un ejemplo que usaba con frecuencia es que, en China, los individuos con sus ahorros en depósitos bancarios recibían muy bajas tasas de intereses, muy por debajo de la inflación. Debido a la ineficiencia de los mercados de capital, estaban, en esencia, pagando por ahorrar, incapaces de obtener un dividendo significativo con sus ahorros. Y por supuesto los inadecuados programas de retiro del gobierno y otras redes de seguridad llevaban a altos niveles de ahorro precautorio. También nos concentrábamos en los muy altos niveles de ahorros corporativos en China, particularmente en las empresas propiedad del gobierno. Así es que sí, es-
taba al tanto de los desequilibrios.
Fukuyama: Hemos estado hablando hasta quedarnos sin aliento sobre la clase de liberalización que acaba usted de mencionar, y por supuesto de la revisión del valor del renminbi. Los resultados han sido disparejos, ¿no es así?
Paulson: Sí, así han sido. Mientras fui Secretario del Tesoro, vimos un movimiento sustancial en el renminbi. Eso demuestra, creo, que la forma correcta de hacer frente a los chinos es directamente y en privado, reconociendo que otorgan una enorme prioridad al desarrollo económico y a la reforma. Necesitamos continuar presentando las amplias ventajas de una reforma que incluya varias dimensiones. Se hace mucho énfasis en la divisa, porque es fácil que la gente lo comprenda. Pero la cuestión de la divisa es sólo una de diversos factores significativos. Continúo creyendo que es del interés de China, así como del propio, que continúe hacia la transición completa a una economía de mercado. Necesitamos privada, continua y fuertemente presentar argumentos en cuanto al por qué es del mejor interés de China, sin embargo, evitando las acusaciones y los sermones públicos.
Fukuyama: Permítame hacer de abogado del diablo en esto. Me parece que ningún funcionario americano ha considerado con gran seriedad adoptar una posición dura hacia ellos. Una forma de pensar en la política china actual es equipararla con alguna forma de política industrial. Pero a diferencia de los coreanos y de los japoneses, los chinos no están subsidiando un sector particular, como el petroquímico. Básicamente están dando a toda la región manufacturera de la costa una gran ventaja sobre el resto del mundo conservando su divisa ligada al dólar y su actual e irrazonable baja tasa. Si a nosotros nos hace daño, está absolutamente matando a los europeos y a todos los demás en Asia. En cierto sentido, China ha estado en efecto desindustrializando a una gran parte del resto del mundo. He estado en maquiladoras en América Latina desde el fin del acuerdo de la microfibra y he visto de primera mano cómo la capacidad de manufactura está siendo absorbida hacia fuera de estos países hacia China.
Si hubiésemos de considerar el subsidio de facto que hace China mediante su política cambiaria actual como en teoría nada diferente a un subsidio directo a sus industrias manufactureras y de exportaciones, la forma normal de hacer frente a ello sería con un arancel u otra clase de sanción. Ello podría llevarnos a una serie de amenazas y contra amenazas, pero eventualmente descubrirían un incentivo para cambiar su política. Una analogía podrían ser los acuerdos Plaza con Japón en los 1980s, cuando los japoneses similarmente acumularon un enorme desequilibrio. Debido a que Japón era un aliado de Estados unidos, y debido a que Japón se preocupaba precisamente de la respuesta proteccionista, acordaron hacer una gran revaluación del yen. Pero hemos tratado a China, que no es una aliada y cuyos desequilibrios son todavía más grandes que los de Japón, mucho más laxamente. ¿por qué?
Paulson: He escuchado estos argumentos, y los comprendo, pero no creo que los aranceles o el proteccionismo sea la respuesta. Y hay, por supuesto, diversos países en el mundo que no tienen divisas determinadas por el mercado, pero lo que es extraordinario aquí es tener una economía tan importante, tan grande y tan integrada en la economía global en términos de bienes y servicios que no tiene todavía una divisa impulsada por el mercado o un sistema financiero abierto.
Entonces es importante para China avanzar más rápidamente hacia una divisa movida por el mercado, que es la meta declarada. Pero, presentar el caso no debería ser tarea de Estados Unidos tan sólo. El FMI, por ejemplo, también tiene un importante papel qué jugar, al igual que otros socios comerciales. Y de nuevo, hay factores además de la divisa que son importantes aquí, como el grado al que los ahorros corporativos no se pagan en dividendos. La imagen que emerge es compleja. Creo que China está comprometida con la reforma, y que es de gran interés para ellos continuar moviendo su divisa. Necesitamos alentar la aceleración de este proceso mientras trabajamos por enfrentar nuestros propios desequilibrios.
Fukuyama: Permítame preguntarle sobre la respuesta de los chinos a esta crisis. Ahora todos aplauden a China por su realmente grande estímulo, y por el hecho de que sólo sufrieron por un trimestre más o menos. (El último trimestre mostraron de nuevo un crecimiento del 10%). Obviamente se sienten muy bien con ellos mismos como resultado. Pero me parece que su respuesta a la crisis fue simplemente hacer más de lo que tradicionalmente han hecho, que es completar la demanda externa faltante a través de enormes gastos en infraestructura que privilegian en grande a los manufactureros de la costa contra su población consumidora rural. ¿Cree que esto se sostenible?
Paulson: primero que nada, en términos de su respuesta, creo que uno de los beneficios de la SED fue que tuvimos una participación activa y que establecimos una relación de confianza. Entonces los chinos fueron de gran apoyo mientras trabajábamos por salir de la crisis. Hablábamos con ellos regularmente y esto benefició a ambos países.
En segundo lugar, todos necesitábamos que la economía de China siguiera creciendo. Si no hubiera sido así, estaríamos mucho peor ahora. Doy a los chinos mucho crédito por el estímulo. Creo que la acción más importante fue aumentar los créditos bancarios en más de $1 billón. Ciertamente habrá algunas repercusiones de ello, no todas atractivas, pero creo que fue un positivo neto.
Creo, también, que los chinos comprenden que hay más qué hacer. Hay diversos países en el mundo en los que la diferencia entre los escaños más altos y más bajos de la escala económica se están ampliando, y esto es algo con lo que los chinos están preocupados en su propio país. Creo que el compromiso con la reforma incluye encontrar formas de repartir más ampliamente la riqueza. Una forma de lograrlo es alentar un incremento en el consumo doméstico y menos dependencia de las exportaciones para el crecimiento.
Ciertamente esto llevará tiempo. Pero de nuevo, los desequilibrios son bilaterales y no podemos pasar por alto nuestro propio gusto por gastar de más, consumir de más y pedir prestado de más. Debemos, y habremos de continuar colaborando fuertemente con los chinos, pero tenemos importantes responsabilidades propias a las que debemos hacer frente. No nos hará ningún bien encoger estas responsabilidades concentrándonos demasiado en China.


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